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Tras 1 año de trabajo en el establecimiento:

Directora y profesora de la Escuela Multigrado de Peine se reencantan con la profesión

Dicen que todo lo hacen con amor, con ganas y con gusto y que se han consolidado como equipo de trabajo.

Peine es una pequeña localidad que se encuentra en pleno desierto de Atacama, a 103 kilómetros de San Pedro y a 35 kilómetros del salar. Es un verdadero oasis en medio de la inmensa superficie de tierra polvorienta, a más 2 mil metros de altitud, donde viven poco más de 250 habitantes  En este lugar se ubica la Escuela Multigrado de Peine que dirige Zandra Chávez.


“Llegar a esta escuela y conocer a estos niños es un cambio rotundo. Estos niños están puros, no están contaminados con tanta televisión, con tanto internet”, es una de las primeras cosas que dice la directora. Y agrega que: “la relación entre los profesores y los estudiantes es totalmente diferente a la que existe en un pueblo como San Pedro de Atacama o tantos otros con escuelas más grandes”.

Zandra lleva un año en el cargo. Ella es de la VIII Región y hace más de 15 años quiso conocer otras realidades. Pasó por un colegio municipal en la comuna de Lampa, en Santiago, y por otro en la comuna de La Florida.  “Era inhumano. El profesor era un número, no una persona. El profesor no se podía enfermar porque si se enfermaba se le descontaba su sueldo. Te decían que si no podías ir entonces iría alguien en tu reemplazo. Todo eso hizo que me enfermara”, recuerda ella. Entonces viajó a San Pedro de Atacama a pasar la licencia. Ahí fue cuando comenzó con un reemplazo de media jornada en la Escuela Básica de San Pedro, a honores, es decir, sin cobrar un peso. “Me volví a Santiago cuando terminó el reemplazo y me llamaron de la escuela para decirme que regresara que me necesitaban. Y me vine”, cuenta hoy desde su oficina en Peine, a 100 kilómetros de San Pedro, lugar donde finalmente estuvo 15 años haciendo clases.

Zandra cuenta que el 2015 decidió dejar San Pedro porque sintió la necesidad de hacer algo distinto. “Creo que un profesor no puede estar toda la vida en una escuela con el mismo tipo de niños. Yo necesitaba hacer un cambio”, dice.  Entonces se fue dos años a trabajar en la escuela de la localidad de  Solor y luego de eso, el año pasado, llegó a Peine. “Aquí nos hemos consolidado como grupo de trabajo a pesar de que la encargada del año pasado se tuvo que retirar.  Yo vengo de una escuela grande donde nunca se logró un trabajo en equipo, sino más bien era un trabajo como isla.  Cada uno iba para el lado que consideraba que era el correcto. Aquí no”, comenta.

Además de dirigir el establecimiento Zandra también le hace clases a los estudiantes.  En toda la escuela son 4 profesores para 14 alumnos que cursan de 1º a 6º básico. “Me gustaría ver a estos chicos el día de mañana como verdaderos profesionales, pero de vuelta en sus tierras, trabajando por su gente”, dice Zandra y agrega:  “Hay harto potencial aquí. Hay niños que se nota son muy buenos. Solamente hay que enseñarles porque ellos tienen la personalidad y las condiciones para llegar muy lejos”.  Zandra dice que en esta escuela cada niño aprende a su ritmo. “No importa que a uno le cuesta más porque sabemos que lo va a lograr. Aquí sabemos que los niños aprenden felices. Sabemos de niños que hacen drama cuando no pueden venir a la escuela. Los niños vienen contentos a clases. Les encanta venir”,

Esta escuela trabaja hace varios años con el apoyo de la Corporación Crea+, quienes confeccionan el material y una planificación especial para ellos, ajustada al sistema multigrado. “La coordinadora que nos apoya mensualmente en el aula es seca” dice la directora.  “De repente le mando un mensaje que necesito tal cosa y ella en 10 minutos me soluciona el problema. El aporte de los cuadernillo nos permite a nosotros trabajar, más que planificar. Nosotros aplicamos y podemos ocupar el tiempo en el aprendizaje. Nos ha dado buenos resultados.  Yo lo recomiendo, si uno aplica el programa se consiguen buenos resultados”, dice Zandra.

Desde su oficina en pleno desierto, Zandra dice que para ella ser profesora es un gran desafío “y hay que hacerlo con amor, con ganas y con gusto”. Dice que está lejos de su casa,  pero siente que está “haciendo patria y enseñándole a niños que merecen la misma educación que cualquier otro niño en cualquier lugar del país y eso me enorgullece harto”.

Una de las profesoras que trabaja en esta escuela de Peine es Marcela Díaz. Tiene 36 años y hace clases a 3º y 4º básico. Llegó hace un año desde Valparaíso donde trabajaba en un colegio particular subvencionado de 1.300 alumnos. “Me vine porque estaba desencantada de lo que era la educación en general y estaba buscando otra forma de ejercer la profesión. Salió esta oportunidad que la vi en redes sociales y me vine.  Necesitaba un cambio”, dice hoy en pleno desierto.

Marcela reconoce que al principio fue bastante difícil el tema de la lejanía. “El estar lejos de la familia, amigos, entorno y de lo que uno conocía como profesor”, dice, pero agrega que rápidamente se dio cuenta de que “hacer clases en un multigrado significaba realmente  ser profesor”.  Cuenta que hoy día sus compañeros docentes en Valparaíso le dicen que ella tiene 5 a 8 niños en aula, pero ella les responde “que no es lo mismo hacer diferentes niveles al mismo tiempo que trabajar con 30 niños del mismo nivel. Hay que tener vocación.  Muchas veces se trabaja más”.

Marcela insiste sobre que fue aquí donde se reencantó con la profesión y quiere retribuir eso a través de la entrega de una educación de calidad. “O sea no porque estemos en Peine y seamos el último pueblo vamos a tener una educación diferente.  Esta es mi prioridad hoy día: que mis estudiantes reciban la misma educación de calidad que en cualquier otro colegio de Chile, independiente de que yo tenga 2 o 3 alumnos por sala”.

Marcela viene de una familia de profesores. Su madre, su hermana y su tía lo son.  “Creo que para ser profesor es clave tener altas expectativas de tus niños”, dice, y complementa: “Tu no puedes ser profesor si piensas que tus niños tienen un techo. No. Ese es un punto neurálgico. Si piensas que tienen un techo, no eres para esto, eso es básico”. Lo otro, dice, es nunca querer dejar de aprender. “Tener claro que uno nunca se las sabe todas.  Tener la motivación de seguir aprendiendo siempre”.

 

La profesora agradece el apoyo que recibe ella y la escuela por parte de la Corporación Crea+. “Ellos trabajan como multigrado que es lo que necesitamos nosotros. El curriculum nacional está basado en colegios donde se trabaja curso por curso, en cambio Crea+ trabajando con el curriculum nacional lo ha adaptado para trabajar en escuelas multigrados y así trabajar diferentes niveles en un mismo aula. Eso obviamente nos ha facilitado mucho el trabajo a nosotros, con ellos nosotros podemos trabajar las diferentes habilidades de los diferentes cursos en el mismo lugar, sin tener que estar con una sobre carga de trabajo como ocurre en las otras asignaturas”.